Rafo León acaba de publicar "Guía de la Amazonía Peruana" con tips y consejos para el turista


Rafo León, el viajero más famoso y querido del Perú, acaba de publicar su octava guía turística, esta vez dedicada a los viajes amazónicos. El conductor de “Tiempo de Viaje” hace un recorrido por su trayectoria y habla de sus amores y frustraciones.

Han transcurrido 52 minutos de entrevista, y recién ahora, cuando la grabadora está a punto de apagarse, a Rafo León se le ocurre decir -a manera de tibio reproche- lo cansado que está de dar entrevistas. “Son un montón y me quitan el poco tiempo libre que tengo en Lima” explica. Lo dice con una sonrisa amplia y con ese tono didáctico que se ha convertido en una marca registrada de la televisión por cable. Y aunque su voz es amable y su apretón de manos firme, algo en su mirada revela el alivio que siente de saberse de nuevo a solas en su apartamento miraflorino de cuadros ayacuchanos y artesanías amazónicas. 



A Rafo León los viajes lo han curtido más que los años. Dice que su relación con el limeño promedio se ha quebrado. No los entiende y ellos no lo entienden a él. Y eso lo ha terminado por convertir en un ermitaño sin apenas vida social. Para León, Lima solo existe para Pilar, su compañera por los últimos cuarenta años, y para sus dos hijos y cuatro nietos. De no ser por su familia, poco o nada tendría que hacer en esta trituradora de sueños en la que se ha convertido Lima. “Los viajes han terminado por desadaptarme de la ciudad y sus habitantes” dice, sin demasiado ímpetu.

Rafo León es como su departamento, un mosaico desordenado y alborotado de anti-postales del Perú. Un Perú que, confiesa, ha ido descubriendo de la mano de los personajes más fantásticos y entrañables del país de todas las sangres. Porque los lugares son su gente. Sus hombres y mujeres, y su silencioso empeño por ser cada día un poco más felices.

A punto de cumplir 62 años, Rafo León todavía conserva el espíritu aventurero de un mochilero adolescente. Con 13 temporadas al frente de Tiempo de Viaje -programa que lo ha llevado a más de 300 destinos a lo largo y ancho del Perú- este trotamundos empedernido no se ha planteado todavía colgar la mochila y, por el contrario, planea sumar algunos proyectos más a su cartera de pendientes, una extensa y apabullante lista que solo él podría sobrellevar.

Tiempo de viaje

GUIA PARA PERDERSE EN LA SELVA

“Para nosotros el turismo y el tema identitario del Perú ha estado relacionado con la sierra, con los andes y ocasionalmente con ciertas cuestiones de la costa, pero la amazonía era una especie de tierra de nadie, medio mítica donde era imposible siquiera informarse, acceder. Ahora, desde la gastronomía hasta la música, de repente nos revela que la amazonía está pasando a ser una marca más en los diferenciales del Perú” cavila Rafo León. Esto al propósito de su reciente Guía de la Amazonía Peruana, la octava de una serie de diez guías que comenzó hace cuatro años, cuando la editorial Planeta y la AFP Horizonte le propusieron documentar los mejores destinos turísticos del país. El resultado fue un compendio de tips y consejos para el turista peruano, cansado de tener que recurrir a guias de viaje pensadas para el viajero foráneo.

“Son guías muy simples, pero bien orientadas a un público promedio, que las puede seguir sin demasiado esfuerzo y sin sentirse Indiana Jones. En ese sentido son bien útiles, prácticas y están funcionando muy bien”, dice León sin un ápice de orgullo.

CIUDAD DE POBRES CORAZONES

El alter ego de la China Tudela prefiere casi siempre estar de viaje. Y es que Lima le produce ciertos sentimientos encontrados que prefiere evitar la mayor parte de las veces. Odia sus combis, sus huachafería, la hilarante ignorancia de sus clases altas y sus horarios de oficina. Empero, confiesa que el virus de la nostalgia lo asalta cada vez que está lejos. “Es que tengo una familia bacán. Una esposa -con quien tengo casi cuarenta años de casado-, dos hijos y cuatro nietos. Entonces, hay esta cosa de extrañar, pero en términos de interés intelectual, de sensorialidad, de levantarte cada mañana con un olor diferente, conociendo gente distinta, yo creo que sí, que la paso mejor viajando que cuando estoy en Lima” cuenta León.

Ir de viaje implica regresar. Y regresar a una ciudad como Lima puede ser duro. Claro. Te desadaptadas. Sucede que si tú trabajas en Lima, por razones obvias estás obligado -durante varias horas al día- a tratar con gente homogénea, con la que compartes una serie de cosas: desde educación hasta objetivos profesionales, un lenguaje, comen lo mismo, en fin. A la hora que viajas estás permanentemente expuesto a lo heterogéneo, a lo otro. Y eso es lo que más me gusta. Con el tiempo, te confieso, yo ya perdí el interés y la posibilidad de establecer relaciones fluidas, profundas, con personas de mi generación, de Lima, que pertenecen al ámbito periodístico, literario, intelectual, qué es el que se supone que me correspondería. No puedo. Ni me entienden ni los entiendo. No juzgo y espero que no me juzguen (y me importaría un diablo que me juzgaran), pero me he dado cuenta que sonrío más, me intereso más, me gusta más conversar con gente diferente a mí.

Me dices que no juzgas al clásico turista limeño, pero se me hace difícil imaginarte impasible frente al típico turista que cree que Lima es el centro del mundo ¿Se puede ser indiferente ante alguien que llega en su 4X4 y quiere imponer sus propias costumbres? 
No, no se puede. Soy un mentiroso, claro que los juzgo. El viajero limeño tradicional es de horror. Trata a la gente como si fueran sus peones de chacra. Son ignorantes y no les importa serlo. Hablan huevadas, están llenos de prejuicios y nunca quieren pagar lo que las cosas cuestan. En cambio, míralos cuando salen del país.

ESCRIBIR CON LAS ENTRAÑAS

Creador de jocosos personajes como “Caín y Abel’ y ‘La Chin Tudela’, articulista habitual, escribidor de guías turísticas y cuentos de ficción, Rafo León asegura tener una piedra en el zapato de la que no logra desprenderse: la literatura. Una deuda que todavía queda por saldar en la vida de este incansable viajero.

Antes que conductor de televisión, humorista y publicista, eres escritor. Con tantos proyectos en paralelo ¿Qué espacio le dejas a la literatura?

Yo siento todavía, a ratos, un pendiente con la literatura. Peor por otro lado voy a cumplir 62 años y hay que ser realista. Si a los 62 años no has hecho literatura, probablemente no la vayas a hacer. Así de simple. Creo que hay veces hay que tomarse las cosas con calma y decir ‘bueno pues, de repente era una fantasía la de ser un escritor literaria. De repente a lo que he llegado es a lo que he debido llegar, no está mal’. ¿Para qué frustrase más? Si aparece por ahí la oportunidad, más adelante, en la vejez, en fin, ya se verá. Pero no desesperarse por algo que uno no está seguro de poder hacer.

¿Eres de los que sufre escribiendo?

Mucho. Quiero decir, cuando he intentado hacer literatura – y solamente he publicado un libro de literatura que fue ‘Viajes de Perros’- yo sí he escrito con las entrañas. Me cuesta un esfuerzo desmesurado y, en gran medida, porque creo he tomado un camino equivocado en la literatura, que es no separar del todo la experiencia personal de la experiencia literaria. Cuando haces la juntura te das cuenta, primero, que estás demasiado expuesto hacia afuera, y segundo, que no es la forma. Literatura es la creación de universos, no es contarle tu vida a los demás. Y yo no he aprendido a hacer eso.

CUENTOS DE HUMOR Y AMOR

Rafael León Rodríguez dice haber aprendido con los años a nunca tomarse en serio. A reírse un poco de sí mismo. Cómo Lorena Tudela Loveday, la China, que por años se convirtió en su personaje estrella. Una imaginaria –y muy informada- señora de la vieja aristocracia limeña, que terminó volviéndose un ícono de la pituquería capitalina y, en contra de sus propias intenciones, en la representante más ilustre de la clase alta limeña. “La china tiene su propio mundo, que no tiene nada que ver con el mío. Nada, por ninguna parte. Es casi una cosa de espiritismo” explica León.

Eres el autor de la China Tudela, un personaje frívolo e hilarante, y por otro lado has confesado tu predilección por la soledad y hasta una precoz tendencia a la depresión. ¿Qué tanto hay de la China en el Rafo León de hoy?

Casi nada.La china es muy social, y yo en cambio amo estar solo, viajar solo -lo cual no tienen nada que ver con que disfrute mucho estar con mi familia-. Y sí, efectivamente, soy un depresivo precoz, y esa es una cuestión que no ha cambiado con los años. Pero también están los rasgos de este personaje que yo he creado, y que a mí me sirve mucho, no te imaginas cuanto. Cuando me siento muy cargado, paso al carril de la China Tudela, y empiezo a ver las cosas como las vería ella. Y me empiezo a cagar de risa solo. Banalizo, ridiculizo mi propia ansiedad y bueno, pasa.

Todavía la gente recuerda al equipo de Monos y Monadas del que formaste parte ¿Qué factores hicieron que la revista se convirtiera en un referente que hasta hoy se busca emular?

Creo que hay dos razones principales. Primero, el contexto político del momento, y luego la osadía del grupo. Era el cambio de gobierno de Velasco a Morales Bermudez, y Nicolás Yerovi tuvo la buena idea de reflotar la revista que había fundado su padre, Nicolás, en los años 20. Así que juntó un primer grupo -en el que yo no estaba- que tuvo entre sus filas a Toño Cisneros, Juan Acevedo, Carlín, Lorenzo Osores y alguien más por ahí. De ahí me llamaron, yo empecé con mis personajes y se logró hacer un grupo de pensamiento, basada en la ironía, pero con una enorme lucidez política que nos hacía poner a la derecha en su lugar, a los militares en su lugar, pero a la izquierda también en el suyo. Todos nos sentíamos de izquierda, pero nadie nos metía el dedo a la boca. Fíjate, yo creo que esa audacia ahorita, en esta Lima, sería imposible. La gente no lo aguantaría. Había unas historietas de Juan Acevedo con una carga sexual poderosísima, que ahora la gente no las aguantaría de ninguna forma.

¿En serio crees que la Lima de hoy es más cucufata que la de entonces?
Pero por supuesto. Con los yupis regresó la cucufatería con todo.

Fuente [sientemag]

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